Mi metamorfosis

Hoy, miércoles 13 de marzo de 2019, mientras estoy sentada en un avión volando hacia mi destino con la felicidad, recapitulo cómo fue el último año de mi vida y me doy cuenta que he recorrido un largo camino. Este camino me lo puso la vida para aprender a valorar cada cosa que tenemos y mostrarme lo fuerte que puedo llegar a ser. Sin embargo, no fue la única cosa que me enseñó… me enseñó a valorar a cada persona que está a mi lado, apoyándome y guiándome a ser mejor.

En un momento en el que me sentí sin rumbo y el exceso de control se apoderó de mi, recaí en un estado físico y mental que no se lo deseo a nadie: comía menos de 1000 calorías al día (en el mejor de mis días 1200 kcal), me levantaba todos los días a las 4 a.m. para trotar al menos 1 hora, trabajaba hasta las 9 o 10 p.m. y dormía aproximadamente 3-4 horas.

Todo empezó a finales de 2017, donde empecé a controlar cada cosa que me comía y, quemar calorías se volvió una adicción. Después de una relación tóxica con una persona, me obsesioné en retomar el control de mi vida y caí en un estado de depresión… un estado que no quería aceptar y fue empeorando cada día hasta que llegué a un límite en el que tuve que tomar una decisión: recuperarme o seguir  muriendo (física, mental y emocionalmente). Todo este tiempo engañé a mi mente, sufrí de dismorfia corporal y empecé a leer acerca de nutrición (pero aplicandolo de la forma incorrecta). Mi mamá estuvo todo el tiempo ahí, pero no lograba quitarme la venda que tenía en los ojos. El amor de madre fue muy importante, pero necesitaba un acelerador.

Hace un año exactamente, en marzo de 2018, conocimos a una persona maravillosa… mi Ángel de la guarda: Mauricio. Puedo llamarlo así porque fue aquella persona que (fuera de mi núcleo familiar) me brindó ayuda, apoyo y comprensión. Soy una persona difícil, con una mente muy fuerte y puedo llegar a ser muy terca. No me gusta que me impongan las cosas, necesito entenderlas para poder interiorzarlas y aceptarlas. Esta fue una de las razones por las cuales no logré un tratamiento efectivo con psicólogos… pero ahí estaba mi angelito de la guarda. Mauricio es una persona íntegra que me apoyó desde la parte nutricional y emocional a salir adelante. Me mostró la persona valiente que puedo llegar a ser al afrontar mis miedos y aprender a valorarme. Se volvió mi confidente, amigo, médico… mi coach.

Tuve la oportunidad de aprovechar su conocimiento y dedicación a sus pacientes. Me enseñó a comer (y me gusta recalcar esto, porque no me interpuso una dieta sino que me explicó desde un punto de vista metabólico y celular qué efecto tiene la comida en mi cuerpo). Me mostró la verdadera conexión que tiene la mente con la comida, el cuerpo y el Alma.

Hoy, a miles de kilómetros de Bogotá me siento liberada, recuperada, feliz. Siento su apoyo incondicional, un amigo, mi coach. Comparto cada logro con él porque me ayudó a quitarme la venda y valorarme como mujer, como persona, como profesional. Después de un largo camino, con muchos altibajos, puedo decir que soy feliz… estoy recuperada físicamente y emocionalmente. Recuperé mi metabolismo antes de que fuera muy tarde… tuve mi metamorfosis…renací.